TEMAS PARA DISCUSION
  Gnosticismo y G 12
 



G12; revelando la realidad acerca del llamado Gobierno de Doce; 15ª parte

“La oración de Jabes: cambio de naturaleza”; un mensaje del gnosticismo


Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras... y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme.” (2 Pedro 2: 1-3)

La grandeza de sí mismos que nos presentan los Castellanos tan sólo la supera, aunque por poco, su propia imaginación o más bien su fantasía. Pero eso no es inocuo. Cada vez nos preocupa más el grado y espectro de confesada falsedad que vierten sobre miles de personas en sus conferencias, muchas de estas gentes verdaderamente cristianas, que sumisa y ordenadamente – inexplicablemente - están bebiendo de esas aguas de más que dudosa potabilidad.

Como repetidamente hemos estado insistiendo en estos últimos meses, el Gobierno de Doce y su doctrina, también llamado “Visión de Gobierno de Doce” o “visión celularno es evangélico. El enfoque general doctrinal del llamado Gobierno de Doce, tanto de Castellanos, como de Cash Luna, etc. es en gran manera hacia el materialismo, etiquetándolo de prosperidad de parte de Dios. Eso está confundiendo a muchos, y a otros los está definitivamente dirigiendo hacia una carnalidad, ambición y codicia que jamás antes habrían pensado que pudieran llegar a experimentar, como dice mi buen amigo el Dr. Antonio Bolainez: “...el ataque de Satán a la iglesia...se basa en un enfoque de una falsa prosperidad, desatando en los cristianos un espíritu de codicia.” (1)

Pero al escuchar a Castellanos en una de sus disertaciones, la cual analizaremos en profundidad y detalle en este artículo, una gran luz rojo-infierno se encendió ante mis ojos. No solamente dicho orador incitaba al oyente hacia la ambición tanto materialista como “ministerial”, sino que enseñó abiertamente herejía gnóstica, aunque eso sí, dando de boca y de continuo la “gloria” a Cristo.

Ruego la atención del lector, tanto si está en contra del supuesto Gobierno de Doce, como lo estoy yo y miles más, o si por el contrario, es un arduo defensor del mismo. Lo que se va a desarrollar aquí, no pretende ser un ataque contra nadie en particular, sino que la intención no es sino la de abrir los ojos de todos, y para ello, detallaré declaraciones constatadas y contrastadas, de modo que cada cual pueda sacar sus propias y libres conclusiones.

En la 12ª Convención Internacional del G12 en Bogotá (Colombia), “Su mano está sobre mí”, César Castellanos dio ante miles de personas que llenaban el auditorio de El Campín, su conferencia: “La oración de Jabes; uncambio de naturaleza”. Así pues, Castellanos utilizó el término naturaleza, e insistió en que cada cristiano nacido de nuevo requiere de un cambio de la misma... ¡sí, ha leído usted bien!; no todo no creyente, sino ¡todo verdadero creyente!

Partiendo de una supuesta palabra rhema que su esposa la señora Claudia de Castellanos dijo haber recibido del Señor, y que – “tenía que ver con la oración de Jabes” – César Castellanos continuó literalmente diciendo:

 

“Podríamos ver que todo lo que enseña esa oración, como Jabes que su nombre significa aflicción, él llegó un momento cuando no quiso conformarse más a esa marca y anheló un cambio de naturaleza. Y por eso oró a Dios con todo su corazón y le dijo: Señor si tu me bendices – y la bendición de Dios implicaba cambio de naturaleza(5)

 

¿Jabes anheló y pidió un “cambio de naturaleza”? ¿La bendición de Dios implicaba un “cambio de naturaleza”? ¿Qué significa eso de un “cambio de naturaleza”? ¿Quizás pensó que estaba cansado de ser hombre y quiso ser otra cosa?... Lejos del chiste fácil, veremos que esa declaración de “cambio de naturaleza”, no es más que enseñanza proveniente del gnosticismo, comúnmente llamado hoy en día: Nueva Era (New Age)

 

Básicamente Castellanos enseña que existen dos tipos de cristianos: el cristiano A, que es el común y corriente (tipo de Jabes antes de hacer su oración); y el cristiano B, que es el verdaderamente ungido (tipo de Jabes con su “naturaleza” cambiada). Castellanos aborda toda esta cuestión con astucia y aplomo, usando alguna vez las Escrituras a su favor y conveniencia.

 

Primeramente lo expone en términos naturales:

2. Según Castellanos el hombre tiene dos naturalezas distintas – “hombre rico, hombre pobre”

Convenciendo a su audiencia acerca del supuesto bien moral de ser rico y próspero como alternativa a ser lo contrario, el líder docenario aseguró que el ser humano tiene dos naturales distintas, que según él son: “la naturaleza de ser pobre” y la “naturaleza de ser rico”.  Para ello no dudó en citar fuera de texto y contexto – como simple pretexto - la Escritura, y dijo así:

 

 

“Días atrás estaba leyendo un texto de Proverbios, capítulo 22, verso 2, que dice “el rico y el pobre se encuentran a ambos los hizo Dios” Ahí pude comprender algo, que hay personas que tienen la naturaleza de ser pobres, y una persona que tiene esa naturaleza, cuando quiere comportarse como rico, va a terminar endeudado.” (6)

 

Desarrollándolo, lo declaró del siguiente modo a renglón seguido:

 

 

“Por ejemplo, hay pobres que quieren vivir en el sector de los ricos, y van a adquirir compromisos financieros que les van a asfixiar, les van a ahogar y les van a llevar a quedar con muchas deudas que no van a poder cumplir porque ellos tienen la naturaleza de pobres, pero también por otro lado, el que tiene la naturaleza de rico, para ellos les es fácil traer la prosperidad, hacer finanzas, multiplicar los recursos.” (7) 

Dando por sentado que existen esas dos naturalezas aludidas (lo cual es absolutamente discriminatorio, xenófobo, y que haría reír a cualquier estudiante de psicología de primer curso), manipuladoramente Castellanos incita a su audiencia a desear de todo corazón esanaturaleza de ser rico, y desechar la naturaleza de ser pobre, esto último como algo inmoral e indigno de un cristiano que se precie.

Su planteamiento es el siguiente: “¿Quién quiere ser pobre, adquiriendo compromisos irrealizables, endeudándose, en un constante “quiero y no puedo”, etc. pudiendo llegar – contrariamente - a ser rico y próspero, multiplicando los recursos...y todo para la mayor “gloria de Dios”?...

¡Bienvenido al hogar cristiano, Flautista de Hamelín! ¡Sigue tocando tu música que te seguiremos!...

 

 

“El cuento del Flautista de Hamelín de los hermanos Grimm, puede caracterizar bastante bien a todos aquellos que saben hacer sonar su música placentera, arrulladora y encantadora para hacer errar a los ingenuos”

Henry Ford, un hombre con ¡“naturaleza de rico”!

Para darnos un ejemplo a seguir - aparte de él mismo -, un ejemplo de hombre con “naturaleza de rico”, nos presenta a un personaje que menciona en uno de sus afamados libros, “Liderazgo de éxito a través de los 12”, página 99. Este es, Henry Ford, un hombre no cristiano, “pionero del estado del bienestar a través de la sociedad de consumo” (8), que dice él que dijo: “Pueden destruir mis empresas, mi industria, todo lo que tengo, pero si me dejan las personas que trabajan conmigo, volveré a levantar estas empresas”. Castellanos asegura que dijo así, debido a que Ford tenía “una naturaleza de rico, de próspero” (9)

 

Entonces para Castellanos, un impío como Henry Ford, tenía la bendición de Dios – “naturaleza de rico” - en detrimento de muchos verdaderos cristianos, que no la tienen sino que tienen la “naturaleza de pobre”. Quizás para darnos el mejor ejemplo de esto último, hubiera podido Castellanos darnos el del mismo Señor Jesucristo cuando Él dijo:

“Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza.” (Mateo 8: 20)

Siguiendo el planteamiento del docenario, llegamos a la conclusión entonces, de que nuestro Señor tenía “naturaleza de pobre”... ¡Inaudito, así como del todo impresentable!

Pero no queda ahí la cosa en lo estrictamente material. Castellanos avanza en su exposición, y ya habiendo inculcado en su audiencia el ardiente deseo de ser rico, y no pobre, toca aún una fibra mucho más sensible.

“Esa filosofía esperpéntica del hombre rico y el hombre pobre, nos recuerda a aquel clásico de TV del mismo nombre”

 

3. La “naturaleza de ser pastor de iglesia pequeña” y la “naturaleza de ser pastor de iglesia grande

A continuación veremos que la “naturaleza de ser pobre” o de ser “rico”, también se extrapola a la cuestión ministerial.

No sólo, según Castellanos, esa “naturaleza de ser pobre o rico” pasa por las cuestiones materialistas, sino que también tiene que ver con el servicio a Dios, lo cual ya es más grave. A renglón seguido, el autor docenario nos sorprende con lo siguiente:

 

“Y cuando yo leí ese texto, también comprendí que algo similar sucede con pastores que tienen iglesias  pequeñas, pero que quieren comportarse como pastores de iglesias grandes. Van a terminar confundiendo a la gente, desanimando a la gente, exigiéndoles cosas que ellos no están preparados para hacer porque tienen la naturaleza de ser pastores de iglesias pequeñas. Para alguien que tiene la naturaleza de pastorear una iglesia grande, le es fácil atraer las multitudes, le es fácil llegar a las personas, le es fácil multiplicarse porque es una naturaleza de multiplicación.” (10)

¡Inaudito, jamás había escuchado esto antes! Ahora resulta que hay pastores que tienen la naturaleza de serlo de iglesias, aunque pequeñas... Así pues, están los pastores de “naturaleza de iglesia grande”, y los de “naturaleza de iglesia pequeña”. ¡Estamos estupefactos!

Es evidente la intencionalidad de ese hombre, de provocar a los ministros del Señor a la ambición y codicia de almas, así como previamente ha hecho con el resto de su audiencia, provocándola al deseo de las riquezas, porque humanamente hablando, ¿qué ministro del Señor quiere tener esa presunta “naturaleza de iglesia pequeña”?

¡Nos deja perplejos la “teología” de Castellanos!, pero más nos sobrecoge esa osadía.

Para mí lo realmente increíble era el contemplar a toda aquella cantidad de gente reunida allí; muchas de esas personas, ministros de años, diciendo amén a esas barbaridades. ¡Cuánto aturdimiento espiritual! ¡Cuánta sangre cuántos malvados no habrán derramado para tanto encantamiento y ceguera!

Y para dar un ejemplo de lo que según él es tener una “naturaleza de pastor de iglesia pequeña”, sin ambages, dijo:

 

“Acá en Bogotá había un pastor amigo mío muy querido pero él, un día me sorprendió porque el nombre que puso a su iglesia fue “Manada Pequeña”, y la verdad es que nunca vi que su iglesia creciera, nunca pasó de cien miembros, porque él ya le puso la marca: “esto es lo que puedo hacer”. (11)

Descabellada e inconsecuentemente, Castellanos está corrigiendo al mismo Señor Jesucristo, el cual llamó a todos sus verdaderos discípulos precisamente: “manada pequeña”;

“No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino” (Lc. 12: 32)

¿Quizás Castellanos no ha leído en su biblia que el crecimiento, tanto numérico como espiritual lo da Dios y no los hombres, por mucha fabulosa (e inexistente) “naturaleza de pastorear iglesia grande” que tengan? Ni siquiera el bendito apóstol Pablo se adjudicó mérito alguno al respecto:

(1 Corintios 3: 6, 7) “Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento.”

Llegado a ese punto, Castellanos, de forma manipuladora, psicológica y emocionalmente empuja a su audiencia a anhelar y desear desesperadamente lo que según él deberían lograr, pero no pueden, exclamando lo siguiente:

 

“Ahora si en este momento tu sientes, que no estás dando el fruto pleno a nivel ministerial, y ya te empiezas a incomodar en esa naturaleza, esto significa que estás llegando al punto donde debe haber un cambio de naturaleza, pero ese cambio de naturaleza no se da como fruto del azar, la persona lo tiene que anhelar, y cuando lo anhela, tiene que clamar, la tiene que pedir con todo el corazón: “¡Dios dame el cambio de naturaleza! “ (12)

¡No conozco a ningún verdadero ministro fiel del Señor que no esté haciendo todo lo que esté en su mano para agradar al Dios que lo llamó a Su obra! ¡En serio, no conozco a ninguno, y Dios está con ese ministro! Pero ahí está Castellanos asegurando a su audiencia que si no están dando “el fruto pleno a nivel ministerial”,es debido a que todavía precisan de un “cambio de naturaleza”, y que para lograr semejante “hazaña” tienen que clamar, para ver si de alguna manera, logran convencer al Dios de la obra, para que haga Su obra; ¡Inaudito! No sólo es esto una necedad, sino que es un absurdo que ofende la inteligencia y la fe del creyente serio, aunque muchos – por lo visto – son impulsados al agobio y a desesperar, porque llegan a ser convencidos de que podrían conseguir mucho más ministerio, como si eso llegara a depender de ellos o de su clamor.

Escuchando la falacia de Castellanos, muchos verdaderos ministros del Señor están olvidando lo que la Escritura nos enseña acerca de los ministerios. Leemos que en 1 Corintios 12: 5, se nos dice que la diversidad de ministerios los da el Señor: “Y hay diversidad de ministerios, por el mismo Señor”. Eso significa, que el ministerio y todo lo que implica, es responsabilidad del Señor Jesucristo, y Él es el primer interesado en que ese ministerio funcione según la voluntad del Padre. Lo que demanda el Señor del ministro, es que sea un siervo fiel y prudente, realizando fielmente su labor de servicio siempre, (Mt. 24: 45, 46). Todo lo que vaya a más que eso, es consecuencia de la simple ambición humana, fruto de mal compararse con otros...y de escuchar esos mensajes como el de Castellanos.

 





 

“Hoy en día, muchos interpretan como la perfecta voluntad de Dios que todas Sus iglesias sean megaiglesias, y cometen el clásico error de pensar como el hombre natural piensa y determina”

4. Veamos qué significa el término naturaleza

Constantemente vemos que Castellanos nos habla de una naturaleza, la cual ha de cambiar según él. Entonces, examinemos que es lo que la Biblia nos dice al respecto. En el Diccionario Bíblico Ilustrado, leemos lo siguiente:

“Las cualidades inherentes de un ser que se manifiestan en las varias características que marcan y exhiben su existencia; la suma de estas características es lo que recibe el nombre de su naturaleza, y de esta manera se distingue a un ser de otro” (véase Gn. 1: 12) (13)

Como hemos leído, el término naturaleza, define los parámetros de existencia de un ser en cuestión. Como todo el mundo sabe – excepto Castellanos, parece – el ser humano tiene una sola e invariable naturaleza: la humana. Si el hombre pudiera cambiar de naturaleza, dejaría de ser lo que es: hombre. Por lo tanto, pretender un “cambio de naturaleza” es un completo absurdo.

Cristo no vino al mundo a cambiar la naturaleza humana en otra naturaleza, sino a redimir al hombre; es decir, a librar al hombre del resultado de su caída, y por tanto de la muerte eterna. Aunque “éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás” (Ef. 2: 3), cuando de veras nos entregamos a Cristo, no se produjo un “cambio de naturaleza”, sino un quebranto y muerte del viejo hombre (Ro. 6: 6), seguido de una participación de la naturaleza divina. Leemos así en 2 Pedro 1: 4:

“por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”

En otras palabras, con la recepción de la salvación eterna, no dejamos de ser lo que somos, es decir, seres humanos con su naturaleza como tales.

Pero si por “cambio de naturaleza”, lo que pretende trasladarnos Castellanos es más bien un cambio de condición en el creyente en lo material o en lo espiritual, también el autor docenario se equivoca de pleno, ya que estando en Cristo todas las cosas se han hecho nuevas desde el mismo momento en que le recibimos en nuestras vidas:

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2 Corintios 5: 17)

Enseñar otra cosa que esto, es engañar al oyente.

5. Pero para Castellanos el “cambio de naturaleza”, nada tiene que ver con el nacer de nuevo

Definitivamente, Castellanos cuando está hablando de “cambio de naturaleza”, no se está refiriendo a “nacer de nuevo” (Juan 3: 3), sino a un presunto acto posterior a este. El dijo así textualmente ante sus miles:

 

 “...y en el cambio de naturaleza, hay dolor. El gusano, cuando no quiere ser más gusano, y anhela el cambio de naturaleza, tiene que desprenderse de ese cascarón que le acompañaba por años, para convertirse en mariposa – es en mariposa, no en mariposo – y en el cambio de naturaleza, uno tiene que hacer un esfuerzo para liberarse del pasado, por eso encontramos ejemplos como el de Jacob, que – Jacob - aunque tenía la promesa de la Palabra de Dios, aunque su propio padre le había impuesto las manos y lo había bendecido, él aún no había adquirido cambio de naturaleza. Y ha pasado lo mismo con muchos creyentes, que aman sinceramente a Dios, que tuvieron una conversión genuina, que recibieron la promesa de la Palabra de Dios, tienen la promesa allí pero ellos sienten que las bendiciones de Dios están aún muy lejos de sus vidas. Sienten que Dios bendice a otros ministerios, bendice a otros líderes, bendice a otras personas, pero esas bendiciones aun no han llegado a ellos.” (14)

 Sin ningún tipo de dudas, Castellanos nos está diciendo que la salvación provista por Dios en Cristo Jesús no es del todo suficiente, ya que se requiere de un posterior “cambio de naturaleza”. Como venimos diciendo, la doctrina del G12 no es evangélica.

 

 


Hoy en día el grado de apostasía está creciendo a tal punto en lo que denominamos Iglesia de Cristo (2 Ts. 2: 3), que es menester que el verdadero cristiano se consagre del todo al Señor, rechazando todas las innumerables tentaciones que pululan por doquier”

 

 

¡Castellanos empequeñece la Cruz!

Seguidamente se dirige a su público y le interroga:

 

“Ahora yo quiero preguntarles: ¿ustedes han tenido un tiempo de intimidad con Dios de esta manera, donde han luchado con Dios con toda su alma, con todas sus fuerzas y le han dicho: “Señor yo no te suelto hasta que tu me bendigas”, y han sentido que viene la presencia de Dios, que les bendice, y les dice: tu nombre será cambiado, así como le dijo a Jacob: “ya no te llamarás más suplantador”, ya no serás más el segundo, a partir de ahora serás un príncipe con Dios...” (19)

¡Qué absurdo nos cuenta Castellanos aquí, pero con cuanta seguridad y aplomo! ¡Hermanos, la Biblia enfáticamente nos enseña que el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él! (Ef. 1: 3, 4)  ¿Qué más bendición puede o debe darnos Dios que no nos haya dado ya? ¿Qué lucha con Dios hemos de pelear para obtener qué más bendición que la que Él ya nos ha concedido en Cristo Jesús? ¿Qué otro nombre Dios nos ha de cambiar que no nos cambió el día en que nos rendimos a Él, y recibimos a Su Hijo como nuestro Salvador y Señor?



De nuevo, ¡Castellanos empequeñece la Cruz!

 

El ejemplo de Jacob aquí no vale. Todo lo que vemos en cuanto a la intención del autor docenario, es a empujar al oyente a un imposible; a un agobio y a una desesperación que le lleve a lo que a continuación comentaremos, pasando por un ambicionar y hasta un codiciar, empujando a compararse uno con la bendición de los demás. Fíjense bien en su comentario:ya no serás más el segundo, a partir de ahora serás un príncipe con Dios” (20) ¿Qué es eso de no ser más el “segundo” para ser el “primero”? Respuesta: un alimentar y acrecentar el ego y la soberbia del oyente. Pero no queda ahí la cosa...

7. Incitando al cristiano a que salga del cuerpo

La doctrina gnóstica (Nueva Era) es un elemento constante en la enseñanza de los Castellanos. Como ya he mostrado en otros artículos, ellos enseñan técnicas propias del ocultismo, mezclándolo con doctrinas bíblicas, es decir, produciendo un invariable sincretismo que llega a confundir al recién convertido, o a aquél que no es suficientemente ducho en la Escritura. Las técnicas de visualización que no es sino magia blanca, es parte del asunto que se menciona aquí. Pero hay más.

De nuevo siguiendo con Jacob, el gran docenario - ¿o debería llamarle doceta? – declaró ante sus miles:

 

 

“Jacob lo logró después de una noche de oración, y en esa noche de oración, él sintió que hubo un desprendimiento de su alma; sintió que la parte espiritual se desprendía de la parte carnal, y por eso él dijo vi a Dios cara a cara, y fue liberada mi alma; porque hubo un desprendimiento.” (21)

  ¡Qué falacia! ¡Qué tremenda osadía la de Castellanos! De veras que nos parece inaudito que no haya más gente de Dios que se de cuenta de ese atropello moral y espiritual y no se levante para denunciarlo. ¿Tan ciegos estamos todos?

Castellanos dice que Jacob experimentó un desprendimiento de su alma” y sintió que la parte espiritual se desprendía de la parte carnal”; dice que al tener ese encuentro con Dios, su alma fue “liberada”; es decir, su alma fue liberada de su cuerpo. Esto es lo que nos está diciendo Castellanos. Es la vieja doctrina del gnosticismo místico.

Sin denominarse gnósticos pero sí místicos, personajes como Ignacio de Loyola (jesuita), Teresa de Jesús, etc. tuvieron experiencias excorpóreas como las que menciona Castellanos. No es más que simple hechicería.

Pero primeramente, leamos lo que en realidad dice la Escritura (véase el contexto):

“Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.” (Génesis 32: 29, 30)

 

En el Comentario Bíblico Moody, leemos:

“En la lucha, Jacob vino a darse cuenta de su propia debilidad y de la superioridad del Todopoderoso que le había tocado. En el momento de ceder, vino a ser un nuevo hombre que podía recibir la bendición de Dios y asumir su lugar en el plan de Dios” (22)

  Así es, y esto nada tiene que ver conun desprendimiento de su alma”, ni que “sintió que la parte espiritual se desprendía de la parte carnal”.

 


¿De dónde saca Castellanos que el alma y el espíritu de Jacob se desprendieron de su cuerpo – o parte carnal? La Escritura no lo dice (y no lo puede decir porque eso es brujería)

 

Castellanos defiende su argumento diciendo que el alma de Jacob fue “liberada”, pero eso no es así. La palabra hebrea que se traduce por alma, y que en otras versiones, como la King James Version, se traduce por vida, es nephesh, y que literalmente significa “criatura que respira”. La palabra hebrea que se traduce por librar (o librada), es natsal, así que la traducción sería: “Vi a Dios cara a cara y mi vida fue librada”

 

En otras palabras, fue librada la vida de Jacob - ¡todo él! - y no sólo su alma, o su espíritu. Al haber conocido a Dios como lo hizo, al verle cara a cara, su vida fue librada. Su vida fue librada ¿de qué? Su vida fue librada de la perdición eterna. ¡No lo fue de su cuerpo!, sino del mal y del efecto de su antiguo nombre, que era suplantador. A partir de ese encuentro en Peniel (rostro de Dios), Jacob (suplantador) se llamaría Israel, es decir, el que lucha con Dios, o Dios lucha”. Un nuevo nombre para un nuevo amanecer (ver Gn. 32: 31)

 

Si lo queremos expresar del siguiente modo, cada uno de nosotros, los verdaderos cristianos, tuvimos nuestro Peniel en el momento en que nos entregamos a Cristo, y consecuentemente nacimos de nuevo (Jn. 3: 3). Pero para Castellanos, ese Peniel ocurriría más tarde; para él debiera ocurrir después de ser ya la persona un hijo de Dios (Jn. 1: 12), y entonces – según él - debería experimentar un “cambio de naturaleza” y una separación del espíritu respecto al cuerpo. Todo esto es herejía, la propia del gnosticismo místico.

 

Para entenderlo mejor, daré la siguiente explicación: resulta que en el gnosticismo, el espíritu es bueno, y la carne o cuerpo, es malo. Se enseña en la metafísica y en la Nueva Era en general, que el alma es pura, pero que el cuerpo está contaminado, de ahí que sea necesario una separación del alma y espíritu respecto del cuerpo. Eso, llevado al extremo práctico, se llama “proyección astral”  o “viaje astral”, y es obra absolutamente demoníaca.

 

“Representación de la proyección astral, es decir, el alma y espíritu del hombre, saliendo de su cuerpo. Son los demonios los que sacan el espíritu del cuerpo”

 

La enseñanza de Castellanos es la misma que la del docetismo. La doctrina docética, enraizada también en el dualismo gnóstico dividía tajantemente los conceptos de cuerpo y espíritu, atribuyendo todo lo temporal, ilusorio y corrupto al primero y todo lo eterno, real y perfecto al segundo (23). Esa es, presentada con mucho tacto y astucia, la doctrina de Castellanos.

 

Jacob no salió de su cuerpo. La Biblia no lo dice, porque no ocurrió. Cuando Jacob había estado luchando con ese varón del cielo en Peniel, se dio cuenta de que tuvo un particular encuentro con Dios, y Dios bendijo su alma, apartándole del maligno y de sus asechanzas: y fue librada mi vida”, dijo Jacob (Gn. 32: 30). Eso nada tuvo que ver con que su alma se desprendiera de su cuerpo (cosa que jamás ocurrió).

Así como ocurrió a Jacob, también a usted, según Castellanos

Y como ya nos tiene acostumbrados, Castellanos, traslada el ejemplo de Jacob a sus oyentes para ser seguido por éstos:

 

Si usted ha asistido a reuniones, ha pasado momentos de adoración, de alabanza, de intimidad con Dios, pero no ha tenido ese momento donde siente que la parte espiritual se desprende, se desliga de la parte carnal, aun no ha obtenido el cambio de naturaleza.(24)

Castellanos, ahora sí a las claras, nos dice que implícito en ese “cambio de naturaleza” se produce el desprendimiento del espíritu, desligándose de la parte carnal o cuerpo. Lo que dice es herejía gnóstica.

Si alguien argumentara aquí diciendo que en realidad esa parte carnal aludida por el autor docenario, no se refiere al cuerpo sino a lo pecaminoso (o carnal) le diría que no va de acorde con sus palabras, ya que lo pecaminoso siempre tiene que ver con el alma y con el espíritu, así como con el cuerpo. En otras palabras, el hombre cuando peca, lo hace con todo su ser, no sólo con su cuerpo de carne.

El directamente está diciendo que el alma y el espíritu es lo puro, lo cual se ha de desprender y desligar de la parte pecaminosa, que es la “parte carnal”. Esto es gnosticismo, herejía docética. Y no obstante, su intención va más allá. De forma subrepticia, aunque clara para el que tiene ojos para comprender, Castellanos está haciendo una apologética acerca del salir del cuerpo, como a él le ocurre - escrito está en sus libros (25) - y que es obra demoníaca, y lo primero que aprenden a hacer los brujos y los satanistas o luciferinos.

¡Cuidado si no ha tenido usted un cambio de naturaleza!

Luego llega el sutil amedrentamiento a sus oyentes – entiéndase, cristianos nacidos de nuevo – diciéndoles que si no buscan ese “cambio de naturaleza”, son proclives a lo pecaminoso. Dice así:

 

“Las personas que no han obtenido el cambio de naturaleza son más propensas a las caídas que aquellos que han recibido el cambio de naturaleza...” (26)

 

Otra falacia más. ¿Dónde en la Biblia se nos dice que un hijo de Dios, si no experimenta un [irreal] “cambio de naturaleza” (¿?) vive una vida propensa a las caídas? En ninguna parte. Al contrario, el apóstol Pablo dijo:

Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús,  porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.” (Romanos 8: 1, 2)

Al recibir a Cristo como nuestro Salvador y Señor, fuimos librados de la ley del pecado. ¿Qué otro fantasioso “cambio de naturaleza” necesitamos?

Pero Castellanos insiste, y después de haber advertido del peligro de no buscar ansiadamente ese cambio de naturaleza, cambió su discurso de nuevo, mostrando en su escaparate lo que pudiera resultar ser de lo más atractivo para el ministro y creyente en general: un, y a todas luces, muy exagerado crecimiento numérico. Con la parsimonia que le caracteriza, ante su extremadamente crédula audiencia dijo que a causa de conseguir el “cambio de naturaleza” él y todos sus “líderes”, habían ganado ¡800.000 personas en sólo tres meses! –. Dijo así textualmente:

 

“Por tres meses establecimos ganar un millón de personas. No hemos terminado, porque tuvimos que interrumpir por la temporada de fin de año, pero hasta donde tuvimos el reporte, habíamos ganado casi 800.000 personas en sólo tres meses” (27)

Aprovechando esa coyuntura de propia gloria, seguidamente desafió a su enardecida audiencia, preguntándoles e inquiriendo:

 

 

 

 “Y hoy me gustaría saber ¡¿cuántos de ustedes anhelan un cambio de naturaleza?!   ¿Y quieren orar así como oró Jabes, y quieren orar así como oró Jacob? ¿Cuántos quieren una naturaleza para las multitudes? ¿Cuántos quieren una naturaleza para la prosperidad? ¿Cuántos quieren tener naturaleza de ricos?... ¿cuántos quieren tener naturaleza de pobres?... ¡nadie quiere esa naturaleza, ja, ja!  ¡Todos quieren la naturaleza de ricos!; ¡pero no se queden con el deseo!...” (28)  

¡Lamentable la manipulación de las masas! Pero más lamentable si cabe, es que haya ministros que apoyen y promuevan a los que la realizan.

Los que incitan al pueblo de Dios a poner los ojos en las riquezas de este mundo, recibirán el peor castigo: “Cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar. !Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!” (Mt 18: 6, 7)  

8. Conclusión

Poniendo a Jabes y a Jacob como interesados ejemplos, César Castellanos pretende marcar una diferencia entre dos supuestas espiritualidades cristianas. Una sería deficiente y pobre; la otra próspera y bendecida. Esa especie de dualismo propio del docetismo gnóstico, es inexistente en la Biblia. Es metafísica, no es cristianismo.

La Biblia sólo nos habla de un antes y un después de Cristo para el ser humano, y una vez uno está en Cristo (Jn. 3: 3), es una nueva criatura (2 Co. 5: 17), bendecido por Dios y sirviendo a Dios (según Su voluntad, y no el parecer personal de uno).

En realidad, el de Castellanos no es sino un alegato o defensa de las pasiones humanas, cuando la Biblia nos dice de hacer morir lo terrenal en nosotros: toda impureza (el amor a las riquezas es impureza también), las pasiones desordenadas (vanidades), los malos deseos (ambiciones y codicia, hasta de almas) y la avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia (Col. 3: 5, 6)

Pero los que verdaderamente son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos (Gl. 5: 24)

Citando la misma escritura de Proverbios 22: 2 con la que se basó Castellanos para su improperio, y que dice: “El rico y el pobre se encuentran a ambos los hizo Dios”, si un cristiano es materialmente más rico que otro, estando los dos andando conforme a la voluntad de Dios, esa es una realidad cotidiana que no cesará porque el menos “agraciado” busque desesperadamente un inexistente “cambio de naturaleza”. Siempre habrá ricos y pobres, sabiendo que para el segundo también, “toda buena dádiva y don perfecto desciende de lo Alto, del Padre de las luces, en el cual no hay duda ni sombra de variación” (Stgo. 1: 17), porque Dios no hace acepción de personas (Deut. 10: 17)

Si un ministro o pastor tiene bajo su responsabilidad una congregación numéricamente más grande que la de otro ministro, andando ambos conforme a la voluntad de Dios, también es esa una realidad cotidiana que no cambiará porque el segundo busque desesperadamente un inexistente “cambio de naturaleza”, ya que toda buena dádiva y don perfecto desciende de lo Alto, del Padre de las luces, en el cual no hay duda ni sombra de variación; el don y llamamiento de Dios son irrevocables, y el crecimiento lo da Dios (Stgo. 1: 17; Ro. 11: 29; 1 Co. 3: 6, 7) Y así, en adelante.

Mejor, agradecidos, contentémonos con lo que Dios nos da (1 Ti. 6: , con Su llamamiento, con su dirección, con su dádiva, etc. porque como quiera el Señor que le sirvamos, sea con mucho o sea con poco (Mt. 25: 14-30), si lo hacemos todo para solamente agradarle a Él, y con todas nuestras fuerzas, dejando de lado toda carnalidad, banalidad, ambición y codicia, estaremos haciendo Su perfecta voluntad, y seremos de bendición a los demás.

Todo lo que incite al creyente a buscar más allá de lo que Dios le provee o le bendice, es fruto del simple descontento, codicia y avaricia, que es idolatría. ¡Huyamos de la idolatría, hermanos, y huyamos de los que así enseñan!

Y a mí también me gustaría terminar este escrito empleando la sabiduría del libro de Proverbios:

“Dos cosas te he demandado; no me las niegues antes que muera: vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; no me des pobreza ni riquezas; manténme del pan necesario; no sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios.” (Proverbios 30: 7-9)

 

El que tiene oídos para oír, oiga.

 

Dios les bendiga

 

© Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey Jesucristo, Madrid, España.

 

 

 
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