TEMAS PARA DISCUSION
  CUIDADO CON LOS INFILTRADOS
 

“YO OS ENVÍO COMO A OVEJAS EN MEDIO DE LOBOS”

Infiltrados; atribulados, mas no angustiados

--Son las once de la mañana de un domingo cualquiera. En la congregación, los hermanos llevan ya hora y pico alabando al Señor en ese precioso culto dominical.

En medio de ese tiempo de exaltación al Señor, se abre la puerta del templo, y el ujier de turno da la bienvenida a unos pocos desconocidos. Son cuatro nuevas personas. Un par de ellas llegan con sendas biblias en sus manos, el resto, con las manos vacías.

El ujier, como es su costumbre, les acomoda donde mejor puede, porque el servicio hace ya rato que empezó.

El Hno. Esteban, el responsable de la alabanza les ve llegar, y al principio se alegra, ¡Gloria a Dios!- exclama para sus adentros- ¡El Señor está trayendo gente nueva a la iglesia!

Se alegra, pero al poco se preocupa… Lo que está viendo en ese momento, no le acaba de convencer. Aparentemente esas nuevas personas parecen cristianas, pero Esteban, que tiene el don de discernimiento de espíritus, empieza a percatarse de que algo no marcha bien…

Sin pretenderlo demasiado, observa que una de las presuntas hermanas recién llegadas, literalmente no puede borrar de su rostro una perenne expresión de burla y hastío, y todos ellos, tienen una expresión pétrea, fría, como si estuvieran muy a disgusto en ese santo lugar, aunque alguno de ellos intenta disimularlo esbozando una estéril sonrisa, una y otra vez. Es como si espiritualmente estuvieran muertos.

De repente, al Hno. Esteban se le ponen los ojos como platos. Dos de esos recién llegados, disimuladamente, empiezan a hacer extraños pequeños gestos con las manos, y con los dedos; gestos que cualquiera no sabría interpretar qué son, o a qué se deben, pero Esteban, sí.

La hermana Sofía, que también les tiene de frente, se percata de todo ello, y acercándose a Esteban, le dice al oído- ¿Te has dado cuenta?, ¡están lanzando maldiciones!-

Esteban le responde afirmativamente… ¿y ahora, qué hacemos?...--

Bien podría ser este corto relato un fragmento de alguna de las célebres novelas de Frank Peretti, y no pasar de ahí, pero lamentablemente, esto no es ningún tipo de ficción o suposición, sino una impuesta realidad.

Este relato que les he ofrecido es la descripción exacta y concisa de uno de algunos episodios similares, que están ocurriendo concretamente en una congregación de Cristo. Lo conocemos bien, así como conocemos a los testigos, Esteban y Sofía (no son sus verdaderos nombres).

A pesar de la ignorancia y aun incredulidad de muchos estimados consiervos, estas mismas cosas ocurren también en aquellas congregaciones vivas, allí donde se encuentren.
Unos destacados ex satanistas, convertidos a Cristo, declararon en uno de sus libros:

“Créame que puede estar seguro de que cualquier iglesia de más de cincuenta miembros tiene brujos y brujas presente en su medio durante cualquier servicio dominical” (1)

La realidad, nos guste o no, lo creamos o no, eso poco importa, es que estamos siendo vilmente infiltrados (*) a ese nivel.

(*) Infiltrar: 3ª acepción; <<Penetrar subrepticiamente en alguna parte; ejemplo: en las filas enemigas>>

“Infiltración”

Ante esos hechos, me hice a mí mismo una pregunta: “Si yo fuera el diablo (y eso es imposible, ya que el puesto está ocupado desde el principio, gracias a Dios), ¿qué es lo que debería hacer para intentar destruir la Iglesia de Jesucristo, tomándome muy en serio lo que el mismo Señor sentenció, en cuanto a que las “puertas del Hades no iban a prevalecer contra la Iglesia”? (Mt. 16: 18)

Intentaría “unirme” a mi enemigo, ya que de frente es imposible destruirle. A través de la paciente obra de infiltración a modo de caballo troyano, iría paso a paso inmiscuyéndome en todos los asuntos eclesiales, desde el nivel de ministerio, hasta el de simple creyente. Lo haría usando a mi gente y las principales organizaciones de este mundo a mi servicio.

¡Piense un poco, hermano! No sólo el diablo haría eso, sino que… ¡lo está haciendo!; la Biblia nos advierte clarísimamente de ello, y paradójicamente, la inmensa mayoría de los cristianos hoy en día vivimos ausentes de esa horrorosa realidad.

<<Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras>> (2 Corintios 11: 13-15)

Quizás estos versículos van a tener mayor relevancia y comprensión a partir de hoy.

“Según la Odisea de Homero, el caballo de Troya fue el artilugio que astutamente los griegos utilizaron para infiltrarse en esa populosa ciudad, introduciéndose en él, para posteriormente, y con nocturnidad y alevosía, destruirla por completo”.

Esas personas frías, calculadoras; otras aparentemente todo lo contrario, que entran en nuestras congregaciones, y no para escuchar el Evangelio precisamente, tienen un cometido que deben intentar cumplir de parte de sus jefes inmediatos: destruir las iglesias verdaderamente cristianas. Son satanistas, son luciferinos, o simplemente enemigos del Evangelio, y vienen de las diferentes bases de la pirámide organizada de maldad de este mundo (1 Juan 5: 19b).

Están perfectamente organizados jerárquicamente, y han sido convenientemente entrenados para parecer lo que no son, es decir, cristianos. Además, son personas con talento y bien preparadas para cumplir con los objetivos que les han sido asignados.

Aprovechándose de que nuestros servicios son abiertos a todos, aprovechándose de la libertad de culto, bien pueden aparecer por nuestras congregaciones fingiendo ya ser creyentes, o bien fingiendo que reciben a Cristo en ese momento, o haciéndolo algo más tarde.

Cuando después del culto se les pregunta quienes son y de donde vienen, siempre tienen la respuesta preparada de antemano. Se requiere discernimiento y voluntad de discernir para poder descubrirles. Se requiere estar alerta.

Una vez dentro de la congregación, intentan lanzar hechizos y maldiciones, enviando los demonios que previamente han traído con ellos y usando tambien otros demonios.

Para lanzar esos hechizos, al menos en cuanto a lo que sabemos, utilizan una especie de lenguaje de signos y gestos, que son diversos, usando las manos, los dedos de las manos, la lengua, los ojos, y más cosas.

Con esa brujería, intentan “preparar” el ambiente espiritual de la congregación, para posteriormente efectuar siempre que les sea posible su definitiva infiltración, llegando a hacerse pasar por verdaderos creyentes, siendo muy amables, especialmente con los responsables de la congregación, ofreciéndose para ayudar en lo que sea, buscando el llegar a ser casi “imprescindibles”. 

“Haciendo brujería utilizando gestos y signos”

Toda esa preparación minuciosa, con la intención de hacer creer al pastor y a su esposa, así como a los ancianos, etc. de la congregación de las presuntas buenas intenciones del infiltrado, es consecuencia del juramento que en su día hizo, bajo la satánica premisa de que “el fin justifica los medios”.

La finalidad de su actuación es siempre causar división y buscar la destrucción de esa iglesia cristiana.

REV. MIGUEL RUSSEL
España.

 
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